octubre 21, 2010

gracias por todo, Ika


Dicen que las personas no deben llorar con fuerza la pérdida de un animal. Que hay que respetar el sufrimiento humano por la muerte de sus semejantes, por lo que no se debe llorar a un animal... A menos eso me dijeron a mí.


Entonces me puse a pensar en todo lo que viví junto a mi perrita, junto a mi Ika.

La Ika compartió 14 años con nosotros. Yo tengo 24 ¡Fue mi compañera de juegos desde los 10, cómo no la iba a llorar! Gran parte de mi niñez la viví con ella, muchos recuerdos de mi infancia la tienen en primer plano (a ella y a la Nala, su hermanita que ya murió), crecimos juntas ¡Cómo mierda querían que no la llorara!


Si hay algo de lo que deberíamos sentirnos orgullosos los seres humanos es de nuestra capacidad de sociabilizar, creando vínculos tan importantes como el de un niño y su mascota; un niño y su mejor amigo.


La Ika (y la Nala, también), fue más que una mascota o un guardián. Fue amiga, hermana, compañera. Siempre con su andar tranquilo y sus penitas al viento. Siempre en busca de cariño, y entregándolo también.

Mi perrita, tuviste una vida tan bonita ¡Te quisimos tanto! Tanto como para escribir que una parte de la niña que hay en mí se ha ido contigo, y quiero que la guardes tal como yo conservaré todos tus recuerdos.

Fuiste nuestra perrita; la rucia, la regalona, la viejita ¡Gracias por todos estos años! ¡Gracias por las risas y los juegos! Jamás te olvidaré, lo prometo.

Hasta luego mi perrita, descansa que te lo mereces. Te quiero mucho, jamás te olvidaré.