marzo 25, 2008

un te quiero en la distancia.



Cuando tenía diez años y tres días; llegaron a mi casa las dos últimas miembros de mi familia: la Ika y la Nala.
La Nala fue mía, aunque se pareciera a mi hermano; y la Ika es de él, aunque se parezca a mí.

La Nala era mi "hija", mi primera perrita mía. La amé desde el primer momento en que la vi... cuando apenas tenía 3 días y, cieguita, tanteaba el suelo para tomar leche de la Danka, su mamá. Era la más oscura de ocho hermanos, y la más "bonita" de sus hermanas.

Mis papás nunca se van a olvidar de la cara de ilusión y felicidad que teníamos mi hermano y yo, cuando las llevaron a la casa. A final de cuentas éramos un par de críos que jugaban con dos enanas más. La diferencia era que, esta vez, ellas nos pertenecían a nosotros.

Lo curioso de estas dos es que son hermanas, como nosotros, con la salvedad de que ellas corren en cuatro patas y nosotros en dos.


Los años que estuvimos juntos fueron geniales. Si bien, ya no jugábamos con ellas como antes... siempre teníamos una palmadita cariñosa que ellas esperaban con paciencia; a la vez de que estaban ahí para hacer lo que mejor sabían: acompañar.

Hace unos pocos días la Nala nos dejó. Fue un proceso triste porque la vi apagarse igual como lo hacen las personas. Producto de una displacia su cuerpo comenzó a fallarle hasta que ya no podía moverse.
Creo que son esas cosas las que hacen reflexionar.

He visto consumirse hasta la muerte a mucha gente que trata de alargar sus días para despedirse o perdonar (qué se yo). Odio que los finales sean las instancias donde se reunen las familias.

Por muchos años creí que tenía una vida más o menos perfecta, pero cuando se va creciendo las cortinas comienzan a abrirse y cada vez se puede ver más claro. Es verdad que la vida no es completamente feliz, pero tampoco es como para verla en blanco y negro. Supongo que cada individuo la pinta como le da gana según la ocasión. Yo siempre intento pintarla de verde porque es mi color favorito (aunque me vista de negro), y añadirle algunos tonos amarillos y naranjos para que la hagan brillar.


Mientras mi perrita se moría seguía luchando por vivir, y pese a no poder levantarse no podía evitar mirarnos con sus expresivos ojitos que nos preguntaban un por qué.

Fue irónico sentir que hasta ella, que es un perro, terminó haciéndose la misma pregunta que todo el mundo. La vida son varias direcciones que debemos elegir. Nada se hace al azar, todo está delimitado por los caminos que tomamos, y a pesar de que no podemos devolvernos siempre se puede mirar atrás, aprender y mejorar más adelante.

Con la Ika y la Nala aprendimos muchas cosas, y aunque hay gente que quizás no lo entienda... un animal que ha sido criado desde cachorro, con cariño y dedicación, termina siendo algo más que eso.

La Nala fue mi amiga y mi compañera. Jamás me reprochó algo y siempre supo escucharme, e incluso infundirme ánimo. La Nala supo ganarse un lugar especial en el corazón de todos, pero especialmente en el mío. Si bien, hoy no está aquí me queda la esperanza de que esté donde esté, se encuentra mejor que como estaba aquí al final.

Nalita: ten por seguro de que algún día volveremos a encontarnos... y allí podremos pesear juntas otra vez. Mi cachorra hermosa: gracias por todos los lindos momentos que compartimos. Gracias por tus lamidos, tus "caballitos", tus saltos, tus apariciones secretas, etc. Gracias por estos 11 años de cariño incondicional. Gracias por haber sido mi perrita.

Esta es la primera y última vez que escribo sobre la Nala, pero se merecía un homenaje por todos esos años de cariño y apoyo incondicional.

Adiós amiga y leal compañera ¡Nos veremos!

Nala

18 Octubre de 1996 - 24 de Marzo 2008


2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

hola mi amor

te mando saludos por para ver cuanto te demoras n revisarlos

weno tube la suerte de conocer a la nala y a la hika y a tus cachorritas nuevas y a un monton de familia y artas cosas mas

grx por todo
te amo mucho



gatita linda

HIKO